Literatura latina:
Características de la literatura
latina
¿Literatura latina o literatura romana? La
literatura latina abarca un periodo amplísimo, desde el S.III a.C., hasta
finales de la Edad Media. Sin embargo, cuando hablamos de literatura latina nos
referimos a la literatura romana, en este caso es mucho más corta, desde el s.
III a.C., hasta el s. IV d.C.
Géneros literarios: según los criterios actuales
para valorar una obra literaria, muchos de los considerados géneros literarios
en la literatura latina no lo serian en la literatura actual, sino que
pertenecerían a otros campos, como es el ejemplo de la historiografía, un
género literario muy importante en la época que hoy no estaría considerado
dentro del campo literario.
Roma se fundó en el año 753 a.C. ¿Qué ocurrió para
que la literatura no empezara hasta el siglo III a.C.? La literatura latina fue
en sus comienzos una literatura oral. Existía una colección de Carminas, que
estaban compuestas muchísimo antes de que existieran las obras latinas, y
fueron transmitidas oralmente de generación en generación. Entre estos tipos de
creaciones literarias orales destacan: las canciones de gesta, que eran
cantares de hazañas de personajes populares; los “Carmina convívala”, poemas de
fiestas o banquetes; representaciones escénicas donde unos actores improvisados
representaban “Atelanas” (versos improvisados); los “versi fescenino”, que eran
versos obscenos que la juventud romana improvisaba en las fiestas agrícolas;
los cantos guerreros, que eran entonados antes y después del combate; las
“lauda tiones fúnebres”, en las que un familiar ensalzaba las virtudes del
fallecido, etc.
La literatura latina tuvo, en un primer momento,
grandes influjos de las culturas que habitaban la península itálica. Pero la
influencia más importante fue la que ejerció la cultura helénica, el pueblo
griego, cuando éste fue conquistado por el pueblo romano. Una frase de Horacio
“La Grecia conquistada conquistó a su fiero vencedor”, resume la capital
importancia de la influencia griega sobre la cultura latina, ya no sólo en el
ámbito literario, sino en todos los ámbitos. Esta influencia fue tal, que el primer
autor de la literatura latina fue un griego, llamado Livio Andrónico.
En el año 240 a.C. se tienen las primeras
documentaciones literarias. Escritas en griego y adaptadas al latín por Livio
Andronico. Aparecen los primeros géneros literarios como el drama, la comedia y
la prosa literaria. Otros géneros importantes son la historiografía y la
biografía.
Géneros
La literatura clásica clasificaba de manera clara
las obras en diversos géneros literarios, que a grandes rasgos perduran hasta
la actualidad. Esta clasificación se creó en Grecia, pero pasó al latín con
unas características comunes.
Sin embargo el alcance del concepto de género
literario ha variado: en Grecia y Roma los géneros tenían una clara distinción
formal; no se podía componer una obra de teatro con versos hexámetros
dactílicos. La distinción formal entre géneros era tajante y no afectaba sólo
al estilo, a los temas tratados, sino incluso al dialecto en que se redactaba.
Las diferencias formales eran taxativas. Se entiende por género literario cada
una de las distintas categorías o clases en que se pueden ordenar las obras
literarias. Tradicionalmente se distinguen tres géneros mayores denominados
lírica, épica y dramática, que son los géneros poéticos, esto es, escritos en
verso. Hemos dicho que Aristóteles en su Poética fue el primero en teorizar
sobre la literatura. Tras Aristóteles el Mundo helenístico continuó con el
estudio teórico de la literatura, desde donde pasó a Roma. Tenemos en Horacio
con su Arte poética o Carta a los Pisones la continuación de esta
tradición en Roma. En esta tradición se creó, como pasó en otras disciplinas,
la terminología propia de la literatura. Se crearon términos como anáfora,
poesía, sinécdoque de origen griego overso, prosa, literatura de origen latino.
Pero además de estos géneros mayores poéticos, en
la Antigüedad se cultivaron otros en prosa. Entre estos vamos a destacar la
filosofía y la prosa científica y técnica, de las que hemos hablado en
epígrafes anteriores, la novela, la historiografía y sobre todo la retórica y
oratoria.
En Roma hubo algunos géneros literarios propios.
Los romanos distinguían en el teatro entre las obras de origen
itálico y las de origen griego: las primeras se llamaban fabula togata (obra de
teatro representada con toga, traje nacional romano) y fabula palliata (obra de
teatro representada con palio), haciendo referencia a la indumentaria de los
actores.
Probablemente el género literario más importante de
los genuinos de Roma sea la sátira, satura, en latín un guiso que mezclaba de
todo, era un género poético en el que se mezclaban variados contenidos, pero
tenía el rasgo común de criticar ácidamente.
La Épica: Virgilio
La epopeya, o poesía épica, canta las proezas de
los héroes y floreció muy tempranamente en Grecia. Los poemas homéricos, es
decir, La Ilíada y La Odisea, son los ejemplos más representativos en la
literatura griega.
Los primitivos poemas épicos romanos presentan una
génesis literaria un tanto complicada, ya que son frutos de dos tendencias
diferentes.
Roma estaba sometida literariamente a las
tradiciones épicas alejandrinas, importadas por los esclavos o libertos
griegos, que difundían la cultura helénica entre la población latina, ya que
actuaban sobre las clases elevadas, como preceptores de sus hijos. A ellos se
debió, en buena medida, la identificación de los dioses romanos con los griegos
y la creación de los primeros poemas épicos en lengua latina. Destaca
especialmente una traducción de La Odisea y la introducción del hexámetro, que
sustituye al primitivo verso saturnio.
Pero, frente a esta tendencia helenizante,
persistía la tradición guerrera y patriótica de Roma. El patriotismo de la
epopeya homérica jamás rebasó los límites de la ciudad; nunca vislumbró un
ideal patriótico panhelénico. Los héroes homéricos no luchan, como los romanos,
con una visión amplia del patriotismo, ni tienen aún concepto claro de nación.
La Lírica: Horacio
Los orígenes de la poesía lírica se pierden en el
tiempo. No obstante, sabemos que existían unas fórmulas rítmicas especialmente religiosas,
mágicas o jurídicas: los Carmina. En ellas se da correspondencia rítmica de dos
o tres términos, aliteración, rima, etc.
Después del siglo II a. C., surgen dos escuelas
poéticas de tendencias opuestas: los tradicionalistas (Lucrecio) y los poeta
novi.
Los poeta novi se inspiran en los poetas griegos
alejandrinos, quienes a través de múltiples alusiones eruditas quisieron llenar
el ideal del poeta doctus. Sus principales composiciones serán los epyllia
(epilios) o pequeños poemas épicos, llamados así sólo por la forma, que
pretenden explicar ciertos usos pastoriles, el origen de fiestas, de
costumbres, etc. El poeta griego más importante desde este punto de vista es
Calímaco de Cirene. El primer poeta nouus importante fue Catulo.
Después de la guerra civil entre César y Pompeyo y
del asesinato del primero, llegó Augusto al poder, quien restableció en Roma el
orden y la paz. Pero centró en su propia persona la vida pública romana en
todas sus manifestaciones. También los poetas debían cantar la gloria del
imperio romano. Para ello ayudó generosamente al círculo de Mecenas, magnate
romano que se había propuesto dar a la poesía romana una época de esplendor. Ya
en los últimos tiempos de la guerra civil, Mecenas había reunido en Roma un
grupo de poetas notables. Del círculo de Mecenas salieron Horacio y Virgilio, y
del de Mesala Corvino, otro protector de las letras romanas, Tibulo, Propercio
y Ovidio. Estos últimos son los llamados propiamente elegíacos.
La elegía latina no se corresponde en cuanto al contenido
con la griega. En la forma del dístico elegíaco (hexámetro + pentámetro) poetas
griegos como Calino de Éfeso, Tirteo y Solón tratan de gran cantidad de temas,
sobresaliendo los políticos y los amorosos. Los poetas alejandrinos Calímaco y
Filetas, modelos inmediatos de los elegíacos romanos, compusieron básicamente
elegía amorosa.
Su obra se puede dividir en:
a) Sátiras y epodos: Sus sátiras son 18
composiciones repartidas en dos libros. El propio Horacio se considera seguidor
de Lucilio (el creador del género) y, modestamente, inferior a él. Pero las
sátiras de Horacio son, en general, más irónicas que airadas. Prueba de ello es
el hecho de que él mismo las llama sermones (conversaciones). Afirma que la
broma festiva y la burla amable son más eficaces que la invectiva destemplada.
Le diferencia además de Lucilio el cuidado verso, que es una obsesión de
Horacio. Algunos de los temas: nadie está contento con su suerte; invectivas
contra los avaros, los usureros, envidiosos, adúlteros, cazadores de herencias,
etc.
Los epodos son 17 composiciones. Por su contenido y
su fecha de composición son una obra de transición entre el género satírico y
la poesía lírica, que va a llenar la etapa siguiente de la vida de Horacio.
Algunos son claramente satíricos: contra una alcahueta, un nuevo rico, un
antiguo esclavo,…; pero también hay odas líricas con tema amoroso, de banquetes
y de vino, de tema cívico-moral, y una, la más famosa, que es una égloga: el
Beatus ille, un precioso e inspirado canto a la vida rural.
b) Odas (Carmina): Son 4 libros con alrededor de un
centenar de odas. Horacio transplanta al latín los temas y metros líricos
griegos, sobre todo, de Alceo, Safo y Anacreonte. Antes había habido intentos,
pero es Horacio el primero que transplanta la lírica eolia griega en su
conjunto. Los temas son muy variados: amores, banquetes, dedicaciones de
templos, partida y regreso de un amigo,… Pueden dividirse en odas amorosas,
filosóficas (la mayoría epicúreas y alguna estoica) y romanas (en las que
alimenta el mismo sentimiento nacional y patriótico que Virgilio en su Eneida).
En la poesía lírica, Horacio es menos apasionado
que Catulo. Nada más lejos de Horacio que los tumultuosos sentimientos de
aquél. Sus mejores odas son las filosóficas, impregnadas de un escepticismo
irónico, invitando al placer moderado, ya que cualquier exceso acarrea dolor e
infelicidad. Dentro del género lírico hay que encuadrar también el Carmen
Seculares, encargado por Augusto, en el que se invoca a los dioses para que
presten su apoyo y su favor divino a Roma en el presente y en el porvenir.
c) Epístolas: En cartas dirigidas a sus amigos,
Horacio se ocupa de la filosofía.
“EL ORADOR” de CICERÓN
El orador es un libro que pretende trazar las
directrices de cómo debe ser el orador prefecto. Publicada por primera vez en
el año 46 a.C. con el nombre De oratore, nos explicita adecuadamente en qué
consiste el arte de hablar bien
Cicerón comienza explicándonos el porqué de ésta
obra: solución a los continuos ruegos de Brutus, y en definitiva se acabará
concluyendo que no hay un estilo oratorio perfecto, que valga por sí sólo en
todo momento, a veces será elevado, otras tenue y otras medio; el estilo perfecto
es el que se ajusta al decorum, a lo conveniente en todo momento, circunstancia
y personas. Así la búsqueda del mejor estilo oratorio se hace desde distintos
puntos de vista, definición del orador perfecto en lo referente a los tres
estilos narratorios, al género oratorio, a las funciones del orador, a sus
conocimientos y finalmente al uso de la propia rítmica
De este modo comienza a dibujar las líneas de ese
perfecto orador:
· No
debe sobresalir en ningún estilo:
· Los grandilocuentes:
profundidad de pensamiento, elegancia de palabra, vehementes, variados,
abundantes, serios, competentes y preparados para mover los ánimos.
· Los sencillos: personajes
agudos que lo demostraban todo y lo exponían con claridad, no con amplitud,
estilo sobrio y apretado.
· Estilo intermedio:
moderados que no recurren ni a la agudeza de los sencillos, ni a la amplitud de
los primeros, es un punto medio entre ambos. Fluye al hablar en un curso
continuo, aportando facilidad y uniformidad, distingue figuras de palabra y de
pensamiento.
·
fábulas de fedro:
Escrito por: Susurros en Fábulas
Erase una vez que se era un joven y alegre
pastorcillo llamado Pedro.
Pedro cuidaba su pequeño rebaño de ovejas en el
monte, cerca del pueblecito donde vivía con su anciana madre. Un día, aburrido
como estaba decidió gastarles una broma a sus vecinos, y no se le ocurrió otra
cosa que ponerse a gritar desde la cima del monte con todas sus fuerzas:
- ¡Socorro! ¡Auxilio! ¡El lobo!¡Qué viene el lobo!
Los campesinos que estaban al pié del monte
trabajando en sus campos, al oír los gritos dejaron todo y salieron corriendo
en ayuda de Pedro y su rebaño. Cargados con azadas y horcas subieron a la
carrera los montes. Cansados y sudorosos llegaron a donde se encontraba el
muchacho sólo para encontrarse al pastorcillo riéndose a más no poder.
- ¡Mira que sois inocentes! ¡Si ya no hay lobos por
aquí!
Al ver que les había tomado el pelo volvieron a sus
tareas enfadados, mientras que el pastor seguía riéndose de ellos, divertido.
Unos días mas tarde el pastor volvió a gastarles la
misma broma pesada. Se puso a gritar y a pedir ayuda con mucha insistencia:
- ¡Ayudadme por favor! ¡El lobo! ¡El lobo se come a
mis ovejas! ¡Socorro, Socorro!
Los campesinos escucharon los gritos, y aunque
dudaron un poco al principio, echaron a correr hacia donde venían las voces.
Cuando llegaron a la cima se encontraron con que otra vez habían sido engañados
por Pedro. Muy enfadados, ésta vez, volvieron a sus campos, advirtiéndole que
no volverían a creer nada de lo que dijera.
- ¡Habéis vuelto a picar!- les decía mientras
seguía riéndose de ellos.
Pero un día, no demasiado lejano aparecieron los
lobos de verdad. Comenzaron a perseguir y a comerse a las ovejas de Pedro.
Entonces, el pastor, muy asustado, volvió a gritar y gritar pidiendo ayuda a
sus vecinos que estaban en el valle. Pero nadie acudió esta vez. Pedro se
desgañitaba pidiendo auxilio, pero escarmentados como estaban, los campesinos
siguieron trabajando en la tierra como si nada ocurriera.
- ¡Ay! Si no les hubiera engañado las otras veces –
se lamentaba el pastor mientras escapaba monte abajo, con un solo cordero bajo
el brazo y dejando el rebaño a merced de los lobos, sin poder hacer
nada.
Allí perdió Pedro a sus ovejas y aprendió una
dolorosa lección. Nunca volvería a engañar a nadie más, ya que las personas que
mienten no pueden esperar que los demás confíen en ellos.
Obras y Autores más representativos
de la literatura Clásica
Genero
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AUTORES
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OBRA
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Género Épico
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Homero (900 a.C)
Hesiodo (800 a.C) |
La
Iliada
La Odisea Los trabajos y los días Teogonía |
Género Lírico
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Tirteo (680 a.C)
Mimnermo (625) Solón (640-558 aC) Arquíloco (8600 C) Safo (600 aC) Píndaro (522-441) |
Canto
guerrero
Elegías Poemas Elegías, Himnos El amor Epitalamios Las Olímpicas |
Género Dramático, Tragedia, Comedia
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Esquilo (525-456 aC)
Sófocles (497-405 aC) Eurípides (480-406) Aritófanes (450-380 aC) Menandro (349-292 aC) |
La
Orestiada
Edipo rey Medesa Las nubes Epitropontes |